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La música es una de las artes que siempre han maravillado al ser humano, siendo capaz de elevar nuestro espíritu más allá que cualquiera otra. Es seguramente una de las primeras representaciones artísticas de las que se tienen constancia, ya que nuestros antepasados solían utilizar música tribal, con percusión, y con cantos guturales, para muchos de sus rituales. Por supuesto, la música ha ido evolucionando desde entonces, aunque es cierto que solo en estos últimos cinco siglos hemos visto un verdadero salto hacia adelante en lo que tiene que ver con este arte. Anteriormente a ello, la música era apenas una forma básica de lo que luego conoceríamos, o de lo que los propios compositores clásicos y del Renacimiento se encargarían de mostrarnos.

La música pasó  por una etapa de consolidación básica durante la Edad Media, época oscura para la mayoría de las artes por el férreo control de la Iglesia y las monarquías autoritarias. Las guerras, el hambre y la devastación que tuvo lugar durante prácticamente diez siglos en Europa limitó mucho la expansión de este arte, que podía encontrarse en dos formas bien diferenciadas: la eclesiástica, dedicada y dirigida por la Iglesia, que tenía el monopolio de la cultura y el conocimiento en la época, y la música profana o popular, llevada a cabo por algunos grupos de aristócratas o por los juglares y trovadores, que no tenía que ceñirse a los temas impuestos por la iglesia, y que sirvió también de base para la tradición musical posterior. Hoy vamos a concentrarnos en conocer más a fondo cómo era la música medieval.

Características de la música medieval

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Denominamos música medieval a toda la creación musical producida en Europa desde el siglo V al XV, sobre todo a inicios de este, ya que durante ese mismo siglo ya se empezaron a cambiar las tornas, y aparecieron compositores diferentes que proponían una vuelta de tuerca a la música que existía hasta ese momento. A lo largo de esos diez siglos, la Iglesia tuvo el monopolio casi absoluto de la producción  musical, ya que eran los monjes los que sabían leer y escribir, y por tanto, decidían lo que se transcribía, el conocimiento que se mantenía. La música religiosa, normalmente representada por el canto gregoriano y polifónico, estaba dedicada siempre a Dios y a temas sacros, como cantatas bíblicas o salmos entonados. De hecho, fue un monje, Guido de Arezzo, quien puso las bases de la notación musical que seguimos utilizando todavía a día de hoy.

La música sacra tenía unas características muy claras, y es que era una música eminentemente vocal, a una o varias voces, bastante repetitiva y de fácil estructura. Sin embargo, también tenemos el exponente profano, la música que escribían los artistas de a pie, normalmente bardos, trovadores y juglares, que iban de ciudad en ciudad cantando sus propios poemas, con hazañas históricas, cuentos de amor y otros temas no sacros. Esta música ha sido recuperada recientemente, pero en su momento no tuvo mucha importancia real, aunque servía como forma de estar enterado de las noticias para aquellos que no sabían leer. Los juglares y trovadores solían cantar acompañados de una pequeña guitarra, una lira o un instrumento de cuerda del estilo, que servía como acompañamiento. Esta es la diferencia más clara, junto con la temática, entre la música profana y la sacra en la época.

Exponentes de la música medieval

La mayoría de exponentes musicales medievales que nos han llegado tienen que ver con la música sacra. Aunque conservamos algunos cantares de gesta y poemas que solían se recitados por los trovadores en la época, la mayoría nos han llegado como anónimos, o su autoría se ha perdido en las lagunas del tiempo. Los monjes eran los principales exponentes de este tipo de música medieval, sobre todo en la monodia litúrgica. El monje Guido de Arezzo ya sentó las bases en el siglo XI, que fueron continuadas por el Magister Leoninus o el Magister Perotiuns, ambos franceses, ya en el siglo XII. Posteriormente, algunos músicos del siglo XIV ya apuntaban a lo que iba a suceder años después con la llegada del Renacimiento. Tal era el caso del  italiano Francesco Landini, un excelso compositor y teórico musical de la época que ayudó a llevar el estilo mucho más allá.

Hazañas históricas contadas a través de la música

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Como ya hemos reconocido anteriormente, más allá de la música sacra, que prácticamente lo controlaba todo a nivel académico, en la época de la Edad Media, sobre todo entre los siglos XII y XV, se pusieron muy de moda los cantares de gesta, poemas épicos que contaban las hazañas bélicas de los mayores héroes de cada región. El Cantar del Mío Cid es un ejemplo perfecto de este tipo de cantares de gesta, hablando sobre uno de los mayores héroes de la Reconquista Española. Este cantar cuenta con todas las características del estilo: poema largo, con versos rimados y de misma estructura, contando las  hazañas a veces exageradas de un héroe nacional, y de autor desconocido. Los juglares aprendían los unos de los otros este tipo de poemas cantados y los iban recitando allá por donde pasaban.

Normalmente, este tipo de cantares eran acompañados por instrumentos que por aquella época solían estar prohibidos por la Iglesia. Por eso los juglares eran tan mal vistos por las grandes eminencias eclesiásticas, ya que mancillaban, según ellos, el arte de la música con sus cantares vulgares. Eran músicos profesionales, errantes, que iban de una ciudad a otra aprendiendo nuevas canciones, y en ocasiones también componían sus propios cantares. Su misión eran entretener y divertir al público, con suerte a cambio de unas monedas para pasar la noche en la posada y poder comer caliente. Las historias de este tipo, los romances y los cantares de gesta, no tuvieron mucha repercusión en la época por la persecución eclesiástica, pero han sido recuperados en los últimos siglos, convirtiéndose en la primera muestra de poemas cantados, y evolucionando en estilos como la ópera.

¿Se sigue escuchando este tipo de música en la actualidad?

Hoy en día es poco habitual escuchar la música medieval original, aunque gracias a la conservación de varios repertorios polifónicos y sobre todo de canto gregoriano, esta música se puede seguir interpretando a día de hoy. El éxito del canto gregoriano en los últimos años ha sido fascinante, mezclándose con estilos modernos como el rock o la electrónica. Así mismo, la música profana ha encontrado también una nueva razón de ser en ciertos grupos que se dedican a componer repertorios con instrumentos medievales, o los utilizan en otros estilos, como el heavy metal, donde se ha creado incluso todo un género, el folk metal, que incluye en muchas ocasiones referencias a estas historias medievales. El grupo gaditano Saurom, por ejemplo, identifica su música como “juglarmetal”.